Cuando la muerte se acerca a tu vida, en forma de un familiar que se marcha... uno siente que parte de la tuya se ha ido con él.
Te sientes algo vacío, algo fracasado y con esa sensación, siempre odiosa, de haber dejado cosas por hacer, cosas por decir...
La vida termina, al menos en la forma que en la percibimos, en que la conocemos... Y decimos eso de:
"la vida me lo quitó, la vida se lo llevó..."Pero hay personas que deciden dejarnos voluntariamente, que deciden que ya no quieren seguir caminando, seguir levantándose cada mañana pa
ra afrontar un nuevo día.
Cada amanecer, para todos nosotros es una nueva oportunidad para hacer cosas buenas, para vivir experiencias hermosas... pero cuando la mañana solo te muestra pesadumbre, dolor, tristeza y no puedes con ese peso.. La vida se torna despreciable...odiosa, enemiga que te mira de frente y se ríe de ti.
Muchos ya sabéis que he perdido a un primo hermano hace pocas fechas, en circunstancias terriblemente tristes, puesto que siendo jovén aún (47 años) decidió que ya no podía más. Que lo que aquí tenía, no le compensaba el sufrimiento.
Y la fría mañana en que nevó copiosamente en Madrid, se acurrucó consigo mismo junto con la naturaleza a la que amaba, junto a la tierra que en definitiva es quien le dio la vida... y se durmió para siempre... sus pastillas le dieron el empujón y la nieve conservó su cuerpo, como si quisiera quedar tal cual, durante los días angustiosos que tardamos en encontrarlo.
Aunque no así su alma, que voló blanca, feliz, libre y sonrió al ver allá abajo, el envase que le atrapaba, mordaza y piel. Un cuerpo que no le dejaba respirar.... un corazón que se empeñaba en latir y latir cuando él, Javier, tan solo deseaba escapar, volar y ser ligero, mezclarse con el viento, correr por entre las hojas de colores y ver amanecer haciéndose color, haciéndose sol con el sol, calor con el calor. Un nuevo ser cada día. Un renacer constante...
Pagar el tributo por estos placeres era dejar de compartir espacio con su hermano, con sus padres, era un caro precio que sabía que tenía que pagar para conseguir su deseo y lo pensó, lo maduró y lo decidió...
El suicidio siempre produce sensaciones encontradas en propios y extraños... Unos dicen,
"pues qué cobarde... no enfrentar y solucionar sus problemas..." otros opinan
"Hay que ser muy valiente para dejarlo todo y marchar..."Y yo pienso que ninguno de nosotros tenemos derecho a cuestionar cómo Javier se sintió para decidir dejarnos... Con qué derecho nos atrevemos a juzgar a alguien que decide sobre su vida...
Desde cuando es obligatorio estar "atado" a la vida... arrastrarse por ella con dolor.... ¿no es eso un terrible castigo?
Acaso no es un egoísmo querer mantenerlo a nuestro lado, a costa de lo que sea, de su dolor, de su pena....
Mucho más coherente sería dejarle marchar con la alegría del que emprende un largo viaje que le ofrece la felicidad ansiada. Un viaje sin equipaje. Con billete de ida.
Javier se fué, sí, y dejó mucho dolor, mucha tristeza y preguntas, miles de preguntas sin respuesta. Una herida que sus padres seguramente nunca dejarán de ver cómo sangra... Un hermano confundido, con la duda, ta vez, de haber fallado en algo, de no haber hecho lo suficiente...
Yo quisiera hacerles ver, que se puede sentir una especie de alegría por el triunfo de un deseo cumplido... Por la conquista de la libertad. SU libertad.
Y ser capaces, ahora, de sentir como juguetea entre nosotros, como aire. Como se mueve a sus anchas entre nuestros dedos... sopla nuestro cabello. Susurra pensamientos a nuestro oído... cómo ríe, por fin, a carcajadas, sin cara, sin piel ,sin dolor, ni pena.
Besará cada noche la frente de sus sobrinos y un soplo de ternura recorrerá de nuevo, como de niño, el regazo de su madre, que sentirá tal vez, sin saberlo, una sensación estremecida de algo conocido, un aroma que pasa suave de repente y un perro que parece mirar algo donde no lo hay...
Javier, sé que estás por aquí, que andas tarareando esa música que fue tu vida... Que nos esperarás a todos para cuando "la vida nos lleve".
Decirte que yo sé que ahora estás feliz.
Y decirte, querido primo, que desde que te fuiste, curiosamente, me has enseñado el camino de muchas cosas buenas. Me has dejado en las manos a un hermano que te adora, que te piensa. A unos padres que intentan comprender... asumir. Que me regalan ahora su cariño y su tiempo. Que al aparecer en mi vida, la enriquecen, brindándome la oportunidad de acompañarles.
Te llevo en la frente, como esas lecciones presentes y de nuevo, tal como hizo nuestra abuela, me regalas cosas hermosas cuando ya no puedo darte las gracias...
Bendita manía la de esta familia, de dejar regalos cuando os vais...
Ahora soy tu prima más que nunca, porque ahora puedo sentirte dentro, porque ahora eres de todos. Has conseguido expandirte y regalar luz y brillo.
Quédate por aquí y mira cómo todos van a sonreír con tu recuerdo, van a entender porqué te fuiste y a confiar que un día, en un hermoso valle, podremos compartir una tranquila conversación sin límites, de alma a alma.
En memoria de Javier Quer Guzmán, que es mi primo, que decidió dejar esta vida, y que yo nunca voy a cuestionar sus razones.
Un beso,