Antes de que el año termine, y de que pasen las Navidades... quiero dejaros aquí un relato que escribí hace algunos años para ser emitido en radio.
Un relato distinto...
Con un punto de vista diferente de las navidades.... ya sabéis que me gusta ver todas las caras del dado...
Aquí os lo dejo y con él, me despido hasta primeros de año. Deseo que 2009 os traiga toda la felicidad que os merecéis.
Gracias por estos meses colmados de cariño.
Un relato distinto...
Con un punto de vista diferente de las navidades.... ya sabéis que me gusta ver todas las caras del dado...
Aquí os lo dejo y con él, me despido hasta primeros de año. Deseo que 2009 os traiga toda la felicidad que os merecéis.
Gracias por estos meses colmados de cariño.
"NUESTRAS NEGRAS NAVIDADES"
"Siempre que llega el frío, mi madre se arrincona en un extremo de nuestra casa y cae en una profunda depresión.
Sólo recuerdo un invierno anterior. Por lo tanto, debo ser aún muy pequeño. Mis hermanos, algunos mayores y otros más jóvenes que yo, se aferran a mi madre e imitan siempre su actitud. No lo entiendo.
Somos muchos en casa. Al menos quince, más mi madre, claro. Vivimos en un sitio que dicen que es horrible. A mi no me lo parece, la verdad.
Jugamos todo el día en la calle y en casa, mis hermanos y los demás, porque somos muchos, muchísimos. Hay muchas mamás con un montón de hijos. De todas las edades. Así que siempre hay con quien jugar. Cuando mis hermanos se enfadan conmigo, pues busco a cualquier otro.
Claro, que ahora que lo pienso... nunca he visto papás. No sé por qué. Una vez le pregunté a mamá:
- Mami, ¿Por qué nuestro papá no está aquí?
- Hijo... papá está lejos. Ellos se lo llevaron. Debiste nacer hembra.
Estaríamos juntos mucho más tiempo...
Mi madre siempre hablaba mal de ellos, de los que se llevaron a papá. Pero la verdad es, que no entiendo muy bien por qué. Al fin y al cabo, son los que nos proporcionan la comida y la bebida que todos necesitamos... Si fuesen malos... digo yo que no nos darían de comer. Bien es verdad que la comida es escasa pero, al menos, no nos morimos de hambre.
La cantidad de comida varía según la época del año. La mejor época, sin duda, es ésta. Cuando acaba el verano y el otoño está en pleno apogeo, la comida siempre es abundante. Qué digo abundante, es extraordinaria, excesiva, y, sin embargo, mi mamá y todas las demás mamás insisten en que no la tomemos. Que no comamos más que lo justo. ¡No lo entiendo! Un maíz tan tierno y tan hermoso desperdiciado. Y, claro, los amos se enfadan, y con razón, creo yo.
Aquel día nevaba. La calle se cubría con un grueso manto blanco y vi algunas personas sonrientes que pasaban delante de mi casa. Por un ventanuco, al que conseguía subirme de vez en cuando, podía ver apenas los tobillos de la gente que paseaba por allí. Sólo tenía acceso a la figura completa cuando pasaban por la acera contraria, frente al ventanuco.
Y así lo vi: Un gran árbol, un abeto creo, adornaba una plaza cercana. No podía retirar mis ojos de él. Soltaba destellos de colores y unas esferas metálicas, bellísimas, colgaban de sus ramas. Corrí abajo y busqué a mi madre.
- Mami, ¡Mami! ¿Qué clase de frutos da ese árbol que hay en la plaza?
¿Cómo se llaman? ¿Se comen?
- No son frutos, cariño. Son adornos de Navidad. –La tristeza se reflejó en su
rostro-.
- Ah... Navidad. ¿Navidad? ¿Qué es la Navidad, mami?
- Navidad... -dijo como buscando las palabras- Es una época negra. La
época en que las familias se deshacen. La época en que la desgracia se
cierne sobre nuestras cabezas.
- ¿Y por qué la gente va tan contenta, mami? Los niños sonríen. Y no he
visto, como el resto del año, que los hombres se peleen.
- Te hablo de nosotros cariño. De nuestra familia. Tu hermano mayor... tal vez
se marche pronto... como papi.
- ¿A dónde?
- ¡Ssshhh! Traen la comida y el agua. ¡Corre! escóndete en aquel rincón.
Estás tan grande para tu edad..., ¡Vamos, escóndete!
Yo corrí despavorido al último rincón de mi casa. Precisamente bajo aquel ventanuco. Me acomodé como pude al lado de una caja de manzanas medio podridas. Un exquisito manjar. Los copos blancos comenzaron a caerme encima. ¡Estaban helados!
Reflexioné sobre lo que mi madre me había contado. Cuanto más lo pensaba, menos lo entendía. Según mi madre, la Navidad no es igual para todos... Sin embargo, a mí me gustaba... Escuchaba de cuando en cuando, unas cancioncillas muy tiernas que hablaban de amor, de paz y de amistad, ¿Cómo podía ser eso algo malo? ¿Por qué nosotros no cantábamos aquellas melodías y nos sentíamos tan dichosos como ellos? Al fin y al cabo todos vivimos en la misma ciudad. Y, si bien es verdad que somos pobres, comemos a diario y, seguramente nuestro amo se siente contagiado de los villancicos y del ambiente Navideño, y esa debe ser la razón por la cual, en estas fechas, la comida es abundante y excelente. Pero mi madre sigue empeñada en no comer ella y en que no comamos nosotros.
Uno de mis amigos se ponía ciego de maíz y, de vez en cuando y a escondidas, me llevaba un puñado para mí. Lo comía con avidez y siempre me sentaba mal. Los remordimientos de conciencia por haber desobedecido a mi madre, hacían que se me cortase la digestión.
Mi madre tenía razón. Aquel invierno, aquella Navidad, mi hermano mayor se marchó. Fue dramático. Mi madre gritaba. Nunca la había visto así. Me di cuenta, en ese momento, de cómo una madre defiende a sus hijos en circunstancias tan duras. Se enfrentó al hombre que entró a buscarle. Le hirió en una mano, que sangraba. Él no dudó en patear a mi madre. Aquello me indignó. ¡Era Navidad!
Dónde fue mi hermano lo supe algo después.
Durante la noche más fría de aquel invierno la calle quedó desierta más pronto de lo normal. Mi madre estaba especialmente triste. Cuando la noche era cerrada y sonaban las doce en el reloj de la plaza, muchas de las madres se reunieron como en un ritual sagrado. En círculo lloraban y relataban como una especie de oración. Me acerqué a ellas. Al ser pequeño, me estaban permitidos privilegios que a los mayores se les prohibían. Allí sentado, junto a mi madre, pude ver cómo las lágrimas brotaban de los ojos de todas ellas, que sin duda alguna, estaban destrozadas por el dolor. ¿El dolor de la Navidad? Me acurruqué junto a mi madre y ella me acogió casi sin advertir que yo la miraba desde abajo.
- Mami... -susurré-.
- Ssshhh.
- ¿Por qué lloras, mámi? ¿Qué te pasa?
- Ven conmigo.
Me rodeó con su brazo y me empujó suavemente lejos del grupo. Ven, me dijo. He de hablarte de algo importante.
Me sentí mayor. Supuse que mi madre iba a contarme por fin, dónde estaba mi hermano, todos los hermanos mayores y todos los papás. Y así fue. Lo que no sabía es que aquello hizo que nunca más fuese pequeño. Que nunca más deseara comer aquella deliciosa comida que por Navidad nos ofrecían. Y sobre todo, que nunca más deseara una nueva Navidad.
“Verás hijo, -comenzó- Las personas tienen la necesidad de adornar con costumbres sus celebraciones. Como ya te dije un día, las Navidades de los hombres no son como las nuestras. Mientras sus casas se llenan de luz, amor, amistad y, sobre todo, de cosas materiales: regalos, comidas, bebidas... Nuestra casa se llena de terror, incertidumbre y dolor.
Hay una tradición, en el mundo de los hombres, que dice que la noche de Nochebuena, con toda la familia reunida: la que se quiere y la que se odia, en torno a una mesa, han de sentarse todos a degustar gran variedad de alimentos.: Los que les gustan y los que no. De dulces: los que les agradan y los que les enferman. De licores y alcohol: los que les alegran y los que les emborrachan. Y junto con todos esos manjares hay uno, concretamente uno, que no debe faltar. ¿Sabes cuál, hijo? -No mami- Dije temiéndome lo peor. Si mi amor: El pavo. Y tu hermano, tu papá y todos los demás que van faltando cada año de este corral se sientan a la mesa de los hombres para que ellos cumplan con su tradición sagrada, para que la Navidad sea Navidad.
Nunca me recuperé de aquel golpe. Durante el año siguiente, sabiendo que cuando llegase de nuevo el frío y mi madre volviese a acurrucarse en el rincón, yo también me sentaría a la mesa de los hombres, me dediqué, como una madre más, a prohibir a los pequeños que comiesen en exceso. A disfrutar de la vida, de la poca vida que me quedaba.
Efectivamente yo era joven, pero los puñados de maíz que mi amigo (que por cierto cayó aquel año) me traía a escondidas, habían hecho de mí un Pavo grande y hermoso.
Digno sin duda de sentarse a la mesa de Navidad, y compartir con los hombres, aquello que mi madre acertó en llamar “Nuestras Negras Navidades”.
(Este texto está registrado)
Hasta dentro de unos días.
Os quiero.
Sólo recuerdo un invierno anterior. Por lo tanto, debo ser aún muy pequeño. Mis hermanos, algunos mayores y otros más jóvenes que yo, se aferran a mi madre e imitan siempre su actitud. No lo entiendo.
Somos muchos en casa. Al menos quince, más mi madre, claro. Vivimos en un sitio que dicen que es horrible. A mi no me lo parece, la verdad.
Jugamos todo el día en la calle y en casa, mis hermanos y los demás, porque somos muchos, muchísimos. Hay muchas mamás con un montón de hijos. De todas las edades. Así que siempre hay con quien jugar. Cuando mis hermanos se enfadan conmigo, pues busco a cualquier otro.
Claro, que ahora que lo pienso... nunca he visto papás. No sé por qué. Una vez le pregunté a mamá:
- Mami, ¿Por qué nuestro papá no está aquí?
- Hijo... papá está lejos. Ellos se lo llevaron. Debiste nacer hembra.
Estaríamos juntos mucho más tiempo...
Mi madre siempre hablaba mal de ellos, de los que se llevaron a papá. Pero la verdad es, que no entiendo muy bien por qué. Al fin y al cabo, son los que nos proporcionan la comida y la bebida que todos necesitamos... Si fuesen malos... digo yo que no nos darían de comer. Bien es verdad que la comida es escasa pero, al menos, no nos morimos de hambre.
La cantidad de comida varía según la época del año. La mejor época, sin duda, es ésta. Cuando acaba el verano y el otoño está en pleno apogeo, la comida siempre es abundante. Qué digo abundante, es extraordinaria, excesiva, y, sin embargo, mi mamá y todas las demás mamás insisten en que no la tomemos. Que no comamos más que lo justo. ¡No lo entiendo! Un maíz tan tierno y tan hermoso desperdiciado. Y, claro, los amos se enfadan, y con razón, creo yo.
Aquel día nevaba. La calle se cubría con un grueso manto blanco y vi algunas personas sonrientes que pasaban delante de mi casa. Por un ventanuco, al que conseguía subirme de vez en cuando, podía ver apenas los tobillos de la gente que paseaba por allí. Sólo tenía acceso a la figura completa cuando pasaban por la acera contraria, frente al ventanuco.
Y así lo vi: Un gran árbol, un abeto creo, adornaba una plaza cercana. No podía retirar mis ojos de él. Soltaba destellos de colores y unas esferas metálicas, bellísimas, colgaban de sus ramas. Corrí abajo y busqué a mi madre.
- Mami, ¡Mami! ¿Qué clase de frutos da ese árbol que hay en la plaza?
¿Cómo se llaman? ¿Se comen?
- No son frutos, cariño. Son adornos de Navidad. –La tristeza se reflejó en su
rostro-.
- Ah... Navidad. ¿Navidad? ¿Qué es la Navidad, mami?
- Navidad... -dijo como buscando las palabras- Es una época negra. La
época en que las familias se deshacen. La época en que la desgracia se
cierne sobre nuestras cabezas.
- ¿Y por qué la gente va tan contenta, mami? Los niños sonríen. Y no he
visto, como el resto del año, que los hombres se peleen.
- Te hablo de nosotros cariño. De nuestra familia. Tu hermano mayor... tal vez
se marche pronto... como papi.
- ¿A dónde?
- ¡Ssshhh! Traen la comida y el agua. ¡Corre! escóndete en aquel rincón.
Estás tan grande para tu edad..., ¡Vamos, escóndete!
Yo corrí despavorido al último rincón de mi casa. Precisamente bajo aquel ventanuco. Me acomodé como pude al lado de una caja de manzanas medio podridas. Un exquisito manjar. Los copos blancos comenzaron a caerme encima. ¡Estaban helados!
Reflexioné sobre lo que mi madre me había contado. Cuanto más lo pensaba, menos lo entendía. Según mi madre, la Navidad no es igual para todos... Sin embargo, a mí me gustaba... Escuchaba de cuando en cuando, unas cancioncillas muy tiernas que hablaban de amor, de paz y de amistad, ¿Cómo podía ser eso algo malo? ¿Por qué nosotros no cantábamos aquellas melodías y nos sentíamos tan dichosos como ellos? Al fin y al cabo todos vivimos en la misma ciudad. Y, si bien es verdad que somos pobres, comemos a diario y, seguramente nuestro amo se siente contagiado de los villancicos y del ambiente Navideño, y esa debe ser la razón por la cual, en estas fechas, la comida es abundante y excelente. Pero mi madre sigue empeñada en no comer ella y en que no comamos nosotros.
Uno de mis amigos se ponía ciego de maíz y, de vez en cuando y a escondidas, me llevaba un puñado para mí. Lo comía con avidez y siempre me sentaba mal. Los remordimientos de conciencia por haber desobedecido a mi madre, hacían que se me cortase la digestión.
Mi madre tenía razón. Aquel invierno, aquella Navidad, mi hermano mayor se marchó. Fue dramático. Mi madre gritaba. Nunca la había visto así. Me di cuenta, en ese momento, de cómo una madre defiende a sus hijos en circunstancias tan duras. Se enfrentó al hombre que entró a buscarle. Le hirió en una mano, que sangraba. Él no dudó en patear a mi madre. Aquello me indignó. ¡Era Navidad!
Dónde fue mi hermano lo supe algo después.
Durante la noche más fría de aquel invierno la calle quedó desierta más pronto de lo normal. Mi madre estaba especialmente triste. Cuando la noche era cerrada y sonaban las doce en el reloj de la plaza, muchas de las madres se reunieron como en un ritual sagrado. En círculo lloraban y relataban como una especie de oración. Me acerqué a ellas. Al ser pequeño, me estaban permitidos privilegios que a los mayores se les prohibían. Allí sentado, junto a mi madre, pude ver cómo las lágrimas brotaban de los ojos de todas ellas, que sin duda alguna, estaban destrozadas por el dolor. ¿El dolor de la Navidad? Me acurruqué junto a mi madre y ella me acogió casi sin advertir que yo la miraba desde abajo.
- Mami... -susurré-.
- Ssshhh.
- ¿Por qué lloras, mámi? ¿Qué te pasa?
- Ven conmigo.
Me rodeó con su brazo y me empujó suavemente lejos del grupo. Ven, me dijo. He de hablarte de algo importante.
Me sentí mayor. Supuse que mi madre iba a contarme por fin, dónde estaba mi hermano, todos los hermanos mayores y todos los papás. Y así fue. Lo que no sabía es que aquello hizo que nunca más fuese pequeño. Que nunca más deseara comer aquella deliciosa comida que por Navidad nos ofrecían. Y sobre todo, que nunca más deseara una nueva Navidad.
“Verás hijo, -comenzó- Las personas tienen la necesidad de adornar con costumbres sus celebraciones. Como ya te dije un día, las Navidades de los hombres no son como las nuestras. Mientras sus casas se llenan de luz, amor, amistad y, sobre todo, de cosas materiales: regalos, comidas, bebidas... Nuestra casa se llena de terror, incertidumbre y dolor.
Hay una tradición, en el mundo de los hombres, que dice que la noche de Nochebuena, con toda la familia reunida: la que se quiere y la que se odia, en torno a una mesa, han de sentarse todos a degustar gran variedad de alimentos.: Los que les gustan y los que no. De dulces: los que les agradan y los que les enferman. De licores y alcohol: los que les alegran y los que les emborrachan. Y junto con todos esos manjares hay uno, concretamente uno, que no debe faltar. ¿Sabes cuál, hijo? -No mami- Dije temiéndome lo peor. Si mi amor: El pavo. Y tu hermano, tu papá y todos los demás que van faltando cada año de este corral se sientan a la mesa de los hombres para que ellos cumplan con su tradición sagrada, para que la Navidad sea Navidad.
Nunca me recuperé de aquel golpe. Durante el año siguiente, sabiendo que cuando llegase de nuevo el frío y mi madre volviese a acurrucarse en el rincón, yo también me sentaría a la mesa de los hombres, me dediqué, como una madre más, a prohibir a los pequeños que comiesen en exceso. A disfrutar de la vida, de la poca vida que me quedaba.
Efectivamente yo era joven, pero los puñados de maíz que mi amigo (que por cierto cayó aquel año) me traía a escondidas, habían hecho de mí un Pavo grande y hermoso.
Digno sin duda de sentarse a la mesa de Navidad, y compartir con los hombres, aquello que mi madre acertó en llamar “Nuestras Negras Navidades”.
(Este texto está registrado)
Hasta dentro de unos días.
Os quiero.
62 comentarios:
Natacha, jamás he comido pavo en Navidad.Pero desde luego quien dice pavo dice cualquier otro animal,¿verdad?
Desde luego no es un cuento de Navidad típico y más bien se me indigestará la cena, pero la solidaridad no debe faltar con los animales tampoco...
Está tan bien escrito como todo lo que escribes.
Voy a intentar comer más verduritas, menos carne y pescado, pero no te prometo no comer absolutamente nada de eso,porque mentiría y no puedo...
Por favor te pido:no escribas uno de las verduras que me moriré de hambre!!!...
Te quiero mucho, bella mujer y eres una gran sentimental.
Espero que sean unas fiestas lo más felices posibles.
Te deso que esa misma ternura, ese inmenso amor que nos regalas, esas palabras maravillosas que nos ofreces, se vuelvan hacia ti y te pinten una sonrisa eterna que sea síntoma claro de felicidad desbordante ahora y siempre.
Feliz 2009
Un millón de besos. (Por si no te toca la lotería)
es muy bonito el relato :'(
a ver si yo me pongo con el k iba a enviar a autores reunidos xD
felices fiestas, prospero año nuevo, y k el Gordo no t traiga carbon ;)
Hermoso , aunque muy triste relato.
Apropiado en estas fechas en que nos entregamos a un consumismo excesivo, olvidando que hay muchas personas que no tienen ni lo más básico y desconocen el sentido de la palabra felicidad.
Es un texto que incita a la reflexión, pero me ha gustado mucho.
Un cálido abrazo
Me gustó el relato amiga y biena trágico, bueno no tengo culpa ya que nunca he comido pavo, alguna vez pechuga de gallina.
Para estas fechas cocino alguna carne de vacuno a la cacerola o pescado al horno con mucha ensalada, pero no me digas nada porque me muero del hambre, pero al final igual seré castigado por el mundo animal, con mis cálculos renales y que se me haya subido mis triglicéridos. jajajaja.
Ahora me tengo que cuidar con alguna dieta que hoy me dirá mi doctora.
Besitos mijita.
Matacha... Ta admiro.
Cuando entré en tu blog por primera vez, me sentí feliz de haberte encontrado. Tú sabes mejor que nadie que eres alguien muy especial.
Se palpa en cada palabra, en cada reflexión.
Yo no como pavo, pero sí, otras especies animales. Pienso ¡ilusa de mí! que ya están muertos y que si yo fuera el verdugo, nunca lo haría.
Son justificaciones, y cada día pienso más en ser vegetariana, algo que no me supondría un sacrificio en absoluto.
Lo que te comentaba (ya no divago más) es un cuento lleno de ralismo. Demasiado común para pasar por alto. Son las terribles injusticias de la vida.
Un abrazo grande, Natacha.
Feliz Navidad.
Muy bueno de verdad hasta el final ni imaginarme que era una familia de pavos, incluso llegué a imaginarme que sería una carcel o algo asi donde estaban...Yo tampoco soy de comer pavo en navidad me decanto más por el pollo u otras cosas..Pero claro sea el animal que sea muere para alimentar nuestras navidades,viendolo asi entran ganas de comer solo verduritas... besitos y pasalo bien
Natacha, me pase todo el relato intentando adivinar dónde sería, pasé desde una cárcel de mujeres hasta un campo de concentración y jamás imaginé que fuera una granja! Me ha dado penita! En casa no comemos pavo, pese a que la mayoría de casas acá si lo hace, pero algún otro animalito si consumimos.
Que pases unas muy lindas fiestas y que podamos seguir leyéndonos el año que viene.
Besitos,
Me está entrando cargo de conciencia.
Creo que voy a llevar mis langostinos congelados con Walt Disney, a ver si un día los resucitan a todos juntos por el mismo precio (espero que Walt no se los papee él mismo) ;-)
Bonita escritura. Perfecta para el ritmo radiofónico.
¿Dónde tendré esa redacción que hice en BUP, parecida pero referida a las coníferas? ;-)
Te echaremos de menos Natacha. Diviértete y aquí estaremos cuando regreses. Feliz Navidad.
Besos
P.D. Gurlgurlgurl... gurlgurl... ;-)
Muy bonito relato, muy aleccionador. Desgraciadamente no solo los pavos tienen navidades negras, sino también muchísima gente pobre en el planeta que tiene dificultades hasta conseguir agua.
Te deseo paz y bienestar junto a los tuyos en estas fiestas y siempre.
♥♥♥
muy bueno tu relato natacha!!!
hasta el final pensé que los hombres iban a la guerra!!!!!!
sencillamente me encantó........
un abrazo enorme querida amiga y que tengas las mejores fiestas junto a tu familia!!!!!!!
mis mejores deseos para el año que comienza................
hola wapa! he vuelto pr ponerme al dia, k ya está bien! pobre pavo, no imaginé k se trataba de ellos! jaja, muy bueno el relato, estaria bien k sacarlo en corto jeje te deseo unas felices fiestas y k lo pases muy bien con tu gente! un be3sito!
En estos momentos hay muchos "pavos" que sufren las injusticias de otros "pavos". Mientras una parte del mundo se prepara para devanarse los sexos por elegir esto o lo otro, otra parte, mayor, dirime la lucha entre buscar lo que pueda para poder alimentarse y subsistir.
Se hace necesario no arriconarse, sino luchar para defender a los que no tienen voz, ni aliento, ni fuerza, ni posibilidad de ser oídos y tenídos en cuenta. Ese es el verdadero sentido de la Navidad, hacer luz para que reine la paz entre los hombres.
Un placer oír tu relato y un deseo de que nazca la esperanza de encontrar el camino que nos ayude a sembrar la justicia y la paz.
Feliz Navidad y esperanza de un año cargado de sentido.
Primera vez en tu blog, tengo que decirte que muy lindo todo lo que escribes, me he entretenido por largo tiempo, leyendo tus cosas...te mando un beso y Felices fiestas!!!
Me ha encantado el relato, y la verdad es que se puede aplicar a cualquier animal.
Es la ley de la supervivencia ;)
Bowman jajajajajaja muy bueno.
Felices Fiestas a Todos.
Besitossssssssssssss
Muy buen relato, sin duda. Hasta dentro de unos días. Un beso.
jajaja
pobrecitos
navidad de incertidumbre y de terror
bueno no todos comemos pavo
besos
Uf, uf,... Relatos para la Radio, Relatos Registrados (¿quien sabe donde?), un digamos secretario que le hace un bellisimo calendario para regalar a algunos amigos...
Y ahora se va de vacaciones de Navidad a la Luna...
Amiga querida, estoy un poco perplejo ante todo esto (y uno siempre tan asilvestrado...)
Amiga, TE QUEREMOS...
Claro que por culpa de tanto cariño como nos derrochas seguro que no nos ha tocado la loteria a ninguno de tus lectores...
Seguro
Ja,ja,ja,,,
Un fortisimo abrazo, Natacha
Me sorprendiste una vez más, hermanita. Tenés mucho talento para escribir, y para llegarnos al alma.
Bien, yo no como pavo, pero igual eso no me exime de ser culpable con respecto a otros pobres animales... (me voy a replantear eso, me has dejado zumbando, mi niña...).
Este relato es una muestra más de tu alma constantemente generosa para con todos. Estoy orgullosa de mi hermana.
Besos y más besos.
Yo no como pavo,pero como cordero, que tampoco es moco de... espero que en la cena de Nochebuena no me dé cargo de conciencia porque sino me pasará como a Bowman,ni langotinos ni gambitas, ni ná...toda la culpa la tienen los americanos, jajajaja...¡¡dejar a los pavos en paz!!, jajajaja.
¿Y tu comes pavo?...
Besitos
Pues si que son "gente":¿Sabias que la palabra "animal" viene de "alma" ?: En serio (hablo absolutamente en serio)
Jo, me has engañado hasta el final, jajaja, qué buenooo !!
Es un relato estupendisimo sin embargo dá penilla leerlo eh?
Que conste que yo nunca lo he comido tampoco...pero bueno, podía extenderse también a los pollos no?
Pobres.....aysss..si lo pienso solo como raíces.
FELIZ NAVIDAD Y MUCHOS BESOS!!
LINDO COMO SIEMPRE TUS RELATOS.
ESTE AÑO ME PASARE DEL PAVO AL CERDO.
UN BESO LLENO DE AMOR, QU NOS HACE FALTA.
camaraymicrofonos.blogspot.com/
“ VICHEANDO “
Original relato,despues de todo, no todo el mundo celebra la navidad, ni siquiera todos los humanos. Algunos tienen otras celebraciones en otras fechas. Se nota que hace tiempo que escribes bien.
Que comiences un buen año, un beso,amiga.
¡Felices fiestas!
Besos y salud
FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO, carita guapa.
Pavo no, que a mi hija le da alergia, y no entiendo como a la gente le gusta, es duro como una piedra, al menos el último que comí.
Corderito castellano.
Besos navideños.
un relato genial,nunca he comido pavo en navidad y desde luego no lo pienso hacer pq me acordaré de tu texto
felices navidades amiga
besitossss
Precioso relato Natacha.
Pásalo en grande estos dias ¿vale?
Un bestote fuerte, fuerte
Me ha gustado tu relato, aunque me ha dado penilla.
Por cierto, yo nunca he comido pavo en Navidad. En casa es costumbre hacer carne mechada (redondo de ternera) y bacalao a la vizcaina.
Besos y Felices Fiestas!!!
Estremecedor relato,divina y dulce amiga,pasé solo para saludar y dejar mis mejores deseos y un cariño enorme !!!
Para mí (como decimos por estos lares), sos "lo más".
Te quiero y adoro,siempre.
Pero tu sabes que también se come a las pavitas. Como mucho se deja una para que crie y hoy, ni eso, porque los pavos se compran pequeñitos y se ceban para estas fiestas...y la hembra es más tierna y sustanciosa...nunca queda una madre para llorar...
¿has visto la película del cerdito que se creía un perro?Es preciosa.
No recuerdo haber comido nunca pavo por Navidad, pero me gustó mucho el relato.
¡Feliz Navidad y año 2009!
ajaja, bonita forma de ver la navidad desde el otro lado, si lo miramos así en realidad nos dedicamos a consumir una infinidad increible de cadáveres, ya sean de vacunos, cerdos, corderos, peces, pollos, pavos, aaaah es que somos una raza carnívora, con notables excepciones, ni siquiera los vegetarianos se salvan, pues también consumen seres vivos como los vegetales.
Me has acado una sonrisa, te dejo miles de abrazos y besos para ti y tu familia en estas fiestas, ya supongo que no habrá pavo, jeje
Feliz Navidad uy Año Nuevo Guapa!!
Querida Natacha te deseo todo lo mejor en estas fiestas, que seas muy feliz. Gracias siempre por todas tus palabras de ánimo hacia mi en todos los momentos por los que he pasado.
Disfrata y se feliz. Hasta pronto.
Un besazo
Felices fiestas.... saludo , amor y paz para todos.!!!!
saludos!!!
Cambio pavo por porcella!
Felices Fiestas!
Ay amiga, eres mágica, nunca me ha gustado el pavo, menos mal porque creo que ahora no podría comerlo.
He quedado un poco triste....
besitos
Natacha tu relato me ha dejado muy mal sabor de boca,me hace recordar varias navidade negras algun dia te contare algo de mi historia,
desde que me trajeran ha Barcelona,soy VALENCIANA,de un pueblo que pertenece ALICANTE.
no quiero ni pensar que sea una historia real
heres fantastika en todo
qreo que serias una gran esqritora
sino lo heres ya
SE FEIZ ENI
Ha...
me ha gustado..Por lo menos me queda el gusto de saber que yo nunca he probado el pavo,, ni pienso hacerlo!..
Muy buen post natacha.
Que tengas un gran año nuevo..
te dejo abrazos.
¡Gracias a Dios que no pensamos en lo que estamos comiendo la mayoría de las veces! Cuando lo hago, se me quita inmediatamente el apetito... ¡soy una amante de los animales! Un abrazo
Amiga linda espero descanses en estas vacaciones y regreses recargada...
Está muy interesante el relato y muy reflexivo...
Hay algo que me llamó mucho la atención y es eso de que fue un relato escrito para un programa de radio.
No se si sabías que yo soy locutora, también tu lo eres?
Besos...
Natacha querida: te envío muchos besos y abrazos y deseo que tengas un año maravilloso y que se cumplan todos tus sueños !!!
Pavos no, pero vacas argentinas han caído unas cuantas.
Que pases unas muy felices Fiestas y que el año próximo te traiga mucha alegría y felicidad.
Gracias por haber compartido tantas cosas interesantes.
Un beso.
Oh Natacha! Es un cuento fabuloso. No se desvela hasta el final el porqué de tanta tristeza. Pobres pavos, pobre sociedad pavuna...Te deseo un excelente fin de año, estaremos en contacto el próximo. Un beso y un gran abrazo!
Happy a new year to you
Recién hoy tuve tiempo de pasar por acá y poder leer tranquilamente esta historia.. yo hace rato que quiero dejar la ingesta de animales. Si bien no lo hago por completo, cada vez como menos carnes (es como que mi cuerpo la rechaza.. no sé..)
Una historia diferente, como nos anticipaste en el título!
Un besote grandoooote querida Natacha, lo mejor para vos en el próximo año que ya casi está acá!! FELIZ AÑO NUEVO!!!! besossss♥♥♥
Hasta el final no me di cuenta que el cuento era sobre pavos..
Pasábamos a saludar y a desearte un muy feliz 2009... un abrazo!
Jajajaa como somos eh! pobre pavo... no se come pavo en mi casa pero el resto de los animalitos también deben de tener alma, aunque a veces se me olvida.
Precioso relato.
Un beso y feliz año
Reconozco que comencé a leer con entusiasmo pero no pude continuar ya que me recuerda la dictadura que hubo en mi país (Chile) y aún existen Madres que buscan y luchan por sus hijos desaparecidos, al igual buen texto, como siempre la palabra reflejando lo que existe a diario.
un abrazo confidencial.
He permanecido con un nudo en la garganta...hasta el final...en dónde me ha venido una sensación de culpa por pertenecer a la raza humana !!! fantástico relato, como siempre sorprendiéndome...BESOS
Está bien ver todas las caras del dado. Porque en muchas ocasiones nada es lo que parece ser, ni es oro todo lo que reluce. La Navidad es seguro una de esas ocasiones.
¡Feliz Año!
Natacha, que bueno tu relato me encanta esa capacidad que tienes al escribirnos siempre nos alumbras en todo momento.
Si,nos lees decirte que para mí ha sido un placer encontrar tu blog, nos has dado mucho de tí y que pases un muy buen Feliz Año con todos los tuyos y disfruta mucho.Mis mejores deseos para este nuevo año que ya nos pide paso.
Un beso muy fuerteeeeeee,
FELIZ 2009.
Hola natacha.
He pasado para desearte con cariño,
en los buenos momentos, gratitud
en los malos, esperanza
para cada día ilusión
y para el 2009 salud y felicidad.
Un beso.
Isabel.
Feliz 2009 natacha...
Un beso
Ricard
NATACHAAA!!!
¡FELIZ NOCHEVIEJA 2008!
¡El que no pueda con las uvas que pruebe con aceitunas...!
¡Últimos saludos, besos y abrazos del 2008! ¡VIVA LA PEPAAA...!
Hola Natacha, Feliz 2009!
Un abrazo, Ana!
Natacha, ¡feliz 2009!
Yo no soy pavo, per me pasa lo mismo que a la mamá, cuando llega el invierno me acurruco y me deprimo y en navidad lo paso fatal...
¿A ver si es que en "mi otra vida era pavo"?
Besitos
me ha gustado mucho perderme por su blog,como siempre felicidades, reciba un saludo.
Natacha, sólo paso para desear que el 2009 te llene la vida de belleza.
Gracias por pasar por mi blog durante el 2008. Ojalá pueda enriquecerme con tu presencia durante el 2009.
Las dos caras de la moneda. Un texto muy profundo, que nos hace ver que no todo el mundo ve las cosas del mismo color, todo es relativo.
Una historia para reflexionar.
Un beso y espero que hayas tenido un hermoso principio de año.
Muchísimas gracias a todos por los comentarios, las felicitaciones y los buenos deseos que os mando de vuelta a todos al cubo...
Que 2009 sea hermoso para todos.
Mañana comienza la vida, la vida normal... ¡Por fin!!!!
Besos para todos. Disculpad que no conteste uno por uno. Me ha sido imposible esta vez... espero que lo comprendáis.
Gracias, amigos.
Natacha.
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Aca, en Rio de la Plata no se come pavo, si lechones y corderos asados en Navidad...es increible como los seres humanos de todo el mundo festejamos el nacimiento de Jesus comiendonos todos los animalitos que estan en el pesebre ... Besos.
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